2B ALIANZA

1. - Introducción. Este tema abarcar 22 capítulos (19-40).

La palabra "alianza" significa matrimonio. Llamamos alianzas a los anillos que se ponen los novios en el momento de casarse, como signo de pertenencia mutua: ya es el uno para el otro, el uno del otro.  En este sentido matrimonial quiso Dios plantear sus relaciones con Israel. Dios fue siempre fiel a su pueblo. El pueblo peca frecuentemente adorando a dioses extranjeros, lo que irrita a Dios, esposo que acaba perdonando los pecados de su esposa infiel. Son los capítulos 19 y 24 del Éxodo, a los que habría que añadir también algunos versículos del 20 (18-21) y del 23 (20-33).

Decálogo significa exactamente "diez palabras"; son los diez mandamientos, diez puntos de referencia que ofrece Dios al pueblo en el difícil caminar por la vida. Dios quiere que su pueblo no se desvíe del camino de felicidad que le ha trazado. Abarca los 17 primeros versículos del capítulo 20. El resto del libro, menos los capítulos 32º, 33º y 34º, está dedicado a ordenar todo lo referente a normas de comportamiento cívico, al culto y a la construcción del templo. El tema del "becerro de oro", la imagen de Dios que hizo Aarón a petición del pueblo, está en el capítulo 32º. Lo explicaremos brevemente. En el 33º se nos habla de la "tienda del encuentro" presencia peregrina de Dios que acompaña a su pueblo. Y en el 34º veremos la renovación de la alianza, con las nuevas tablas de la Ley, porque las primeras las rompió Moisés cuando, indignado, las tiró contra el becerro de oro. También veremos  el "segundo decálogo" o "decálogo del culto" (Éxodo 34, 10-28). Y algunos versículos que tratan temas que forman parte de nuestra cultura  (por ejemplo, la ley del talión).

2. - La alianza de Dios con su pueblo. Para Israel, Dios es "el que lo sacó de Egipto". Pero ¿para qué? Muy sencillo: para hacer una Alianza, un matrimonio, un pacto con ellos. Mediante ese pacto, Dios sería su pueblo e Israel sería el pueblo de Dios. Dios se tuvo que emplear a fondo para conseguirlo. Él es consciente de que está ante un pueblo testarudo, como pocos: "Veo que este pueblo es un pueblo testarudo" (Éxodo 32, 9).

 Primer momento: Dios ofrece una alianza a su pueblo. "El Señor llamó a Moisés desde el monte y le dijo: Habla así a la casa de Jacob, di a los hijos de Israel: Ustedes han visto lo que hice a los egipcios, los llevé en alas de águilas y los traje a mí; por tanto, si quieren obedecerme y guardar mi alianza, entre todos los pueblos serán mi propiedad, porque es mía toda la tierra. Serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa" (Éxodo 19, 3-6).  "Todo el pueblo a una respondió: haremos cuanto dice el Señor" (Éxodo 19, 8). Es la aceptación de la Alianza por parte del pueblo. El contexto es sagrado: truenos, relámpagos, nubes, humo, etc. (signos visibles del Dios invisible, es decir, teofanías divinas. Teofanía significa "manifestación de Dios"). Dios se hizo un pueblo libre. Los esclavos siguieron en Egipto. Por eso no impone la alianza, sólo la propone: "Si quieren...". Si Dios no impone, mucho menos tenemos que imponer nosotros. La fe se propone. Tenemos que respetar la libertad de quienes no quieren oír a Dios. El pueblo de Israel, como hoy la Iglesia (el nuevo Israel) se convierte con su "sí" en una especial propiedad de Dios.  En el siguiente versículo dice que este pueblo sagrado se convierte, por la elección divina, en un reino sacerdotal. Destinado, por tanto, a ofrecer sacrificios y alabanza, en nombre de toda la humanidad, "a aquel que los ha llamado de las tinieblas a su luz admirable", como dirá San Pedro de la Iglesia, el nuevo Israel peregrino.

Segundo momento: Las bendiciones de Dios son los frutos de la alianza. "Voy a enviarte un ángel por delante para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que te he preparado. Compórtate en su presencia y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque no perdonará vuestro delito ya que mi nombre está en él. Pero si escuchas su voz y haces lo que yo te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios; pues mi ángel caminará delante de ti y te conducirá a las tierras de los amorreos, heteos, fereceos, cananeos, heveos y jebuseos, y yo acabaré con ellos. No adorarás a sus dioses ni los servirás. Y no imitarás sus obras. Al contrario, destruirás y destrozarás sus estelas. Ustedes sirvan al Señor y Él bendecirá tu pan y tu agua. Apartaré de ti las enfermedades. No habrá en tu tierra mujer estéril ni que aborte. Colmaré el número de tus días" (Éxodo 23, 20-26).

Este ángel enviado para conducir al pueblo se refiere tanto a la presencia cercana de Dios con ellos, como a los diversos medios y acontecimientos de los que Dios se valió para llevarlos por el desierto; actúa en su nombre, por lo que no obedecer al ángel o no percibir esos acontecimientos es desobedecer al mismo Dios. Lo que más preocupa a Dios es la idolatría de su pueblo: va a ser siempre el mandamiento principal de la Ley.

La conquista de la tierra prometida fue muy lenta y difícil. El pueblo judío -a lo largo de su historia- siempre se preguntó por qué Dios tardó tanto en darles la tierra prometida. Una interpretación  de la historia se hace en Jueces 2, 20-23: la lentitud de la conquista es castigo de Dios por las infidelidades de Israel. Y Sabiduría 12, 10 dice de los pueblos conquistados: "Le concedías, con un castigo gradual, un tiempo para arrepentirse". Como todos los redactores son teólogos, cada uno hace su teología de la historia.

Tercer momento: Rito de la alianza. Éxodo 24, 1-11.  Es una liturgia en la que se mezclan dos tradiciones claras.

En la una (Éxodo 24, 1-2 y 9-11), consiste en una comida que el pueblo, en las personas de sus ancianos, celebra con Yavé. Dios es el jefe de la tribu y recibe a toda la comunidad para sellar la alianza.

En la otra (Éxodo 24, 3-8), es un sacrificio. La sangre del sacrificio se divide en dos partes: con una se rocía al pueblo, con la otra el altar, que simboliza a Dios. "Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: haremos todo lo que dice el Señor. Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos y que inmolaran novillos como sacrificio de comunión en honor del Señor. Tomó la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después tomó el documento de la alianza y se lo leyó en voz alta al pueblo, el cual respondió: Haremos todo lo que manda el Señor y le obedeceremos. Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: Ésta es la sangre de la alianza que el Señor hace con vosotros" (Éxodo 24, 3-8). Como la sangre en Israel simboliza la vida, la unión entre Dios y su pueblo es vital.

En Mateo 26, 27 encontramos: "Esta es la sangre de mi alianza que sello con ustedes...". Y San Pablo nos va a recordar la Eucaristía como una vieja tradición recibida del Señor, nombrando también esa sangre de la alianza: "Yo he recibido una tradición que procede del Señor y que a mi vez les he transmitido; Que el Señor Jesús en la noche en que iban a entregarlo... tomó el cáliz, después de cenar, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre" (I Corintios 11, 23-26). El mismo rito y casi las mismas palabras. Nosotros, participando en la Eucaristía, aceptamos tener comunión de vida con el Señor.

El resto de Éxodo 24, 12-18, describe la subida al monte de Moisés donde va a estar cuarenta días, al término de los cuales se encontrará con el pecado de su pueblo que ha fabricado una imagen de Dios durante su ausencia, el becerro de oro, como veremos más adelante.

Esta subida tan importante al monte, se encuadra dentro de un contexto de tiempo litúrgico: seis días estuvo Moisés cubierto por la nube y el séptimo lo llamó Dios para estar con Él durante 40 días, es decir, durante un tiempo muy largo, como estuvo Jesús en el desierto (Mateo 4, 2).

3. - Los Diez Mandamientos y el Código de la Alianza.  Éxodo 20- 23, 19. Los Diez Mandamientos (Decálogo), sólo ocupan los primeros 21 versículos del capítulo 20  El resto está dedicado al Código de la Alianza, que veremos después.

El Decálogo: la palabra griega "deca" significa "diez" y "logos", "palabra". El Decálogo son las diez palabras de salvación que el Señor dio a su pueblo para ayudarle en el difícil camino del cumplimiento de la alianza. Ya sabemos que para la cultura judía el número diez expresa perfección.

Como tiene mucho de ley natural ("hacer el bien y evitar el mal"), impresa en la conciencia de cada uno, los mandamientos tienen paralelos en todas las culturas, aunque su presentación en un bloque compacto es única en el marco de las religiones del entorno.

Éxodo 20, tras presentar a Dios como "el que te sacó de Egipto", comienza a dar los mandamientos en dos tablas o bloques: la primera, hasta el versículo once, está dedicada a nuestros deberes para con Dios y el resto a nuestras obligaciones para con el prójimo, comenzando por la familia, considerada por Dios base de la sociedad: "Honra a tu padre y a tu madre...".

Algunos han acusado a los mandamientos de reaccionarios por la forma negativa en que están expresados (por ejemplo: "No mentirás"). Nada más lejos de la realidad: la forma negativa, al prohibir sólo una acción, permite todas las demás. Veamos el texto: "En aquellos días el Señor pronunció las siguientes palabras: Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí. No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un dios celoso: castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos o biznietos, cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos.

No pronunciarás el nombre del Señor tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso.

Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo día descansó: por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.

Honra a tu padre y a tu madre. Así prolongarás tus días en la tierra que el Señor tu Dios te va a dar.

No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso contra tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él.

Todo el pueblo percibía los truenos y los relámpagos, el sonido de la trompeta y la montaña humeante; y se llenaron de temor y se mantenían a distancia. Entonces le dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros y te escucharemos; pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos. Respondió Moisés al pueblo: No teman, pues Dios ha venido para probarlos, para que su temor esté ante vosotros y no pequen. Y el pueblo se mantuvo a distancia mientras Moisés se acercaba hacia la densidad de la nube donde estaba Dios" (Éxodo 20, 1-21).

El Código de la Alianza:  Éxodo 20, 22 hasta el capítulo 23, 19. Se le llama así porque es la parte que el pueblo acepta cumplir en correspondencia a las bendiciones que Dios le otorga. Todo dentro del contexto de alianza en el que lo colocó el redactor Elohista recogiendo las múltiples tradiciones independientes de aquellas sociedades primitivas y rurales en las que todavía no había una autoridad civil ni religiosa que impartiera justicia a sus miembros.

La justicia era muy primitiva. Pensemos, por ejemplo, en la Ley del Talión: "Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, cardenal por cardenal". No está mal, es una ley "justa" para la época. Por una parte, supera la ley de la venganza de Lamec (Génesis 4, 239: "Por un cardenal maté a  un hombre, a un joven por una cicatriz". Y, por otra, pone freno a los ricos que, generalmente, querían resolver sus abusos sobre el pobre, basándose en el dinero.

Tienen cosas interesantes y muy sabias, si no olvidamos el tiempo en que se escribieron. Además de la Ley del Talión  yo destacaría dos ideas, que se van a repetir mucho en toda la Biblia. La primera es ésta: "No maltratarás al forastero, ni le oprimirás, porque forastero fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni huérfanos. Porque si los explotas y ellos claman a mí, no dejaré de oír su clamor, se encenderá mi ira y os mataré a espada" (Éxodo 22, 20-23). Esto sigue teniendo actualidad, aunque la viuda y el huérfano han mejorado su situación, el emigrante sigue tan marginado como entonces. Dios ha hecho suya la causa de los excluidos por la sociedad. Y la segunda idea a destacar es ésta: "Durante seis días harás tus faenas, pero el séptimo día descansarás". El descanso semanal dedicado a Dios es una sabia y vieja institución de nuestro padre Israel. ¿Por qué nosotros no lo respetamos? (Éxodo 23, 12).

4. - El becerro de oro. Es el primer pecado grave del pueblo contra la Alianza. Capítulos 32º, 33º y 34º.  "Viendo el pueblo que Moisés tardaba en bajar del monte, acudió en masa ante Aarón y le dijo: Anda, haznos un dios que vaya delante de nosotros; pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado. Aarón les contestó: Quíyenles los pendientes de oro a sus mujeres, hijos e hijas y traiganmelos. Todo el pueblo se quitó los pendientes y se los trajeron a Aarón. Él los recibió y trabajó el oro a cincel y fabricó un novillo de fundición. Después les dijo: Ése es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto. Después edificó un altar y proclamó: mañana es fiesta del Señor. Al día siguiente se levantaron, ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión, el pueblo se sentó a comer y beber y después se levantaron a danzar. El Señor dijo a Moisés: Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto. Y el Señor añadió a Moisés: veo que este pueblo es un pueblo de cabeza dura. Por eso déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo (Éxodo 32, 1-10).

Dios propone a Moisés la liquidación total del pueblo y, en su persona, comenzar una nueva humanidad como hizo con Noé tras el diluvio; pero Moisés hace desistir a Dios porque lo que está en juego es su fama como Dios de Israel (los egipcios dirán: ¿para esto los sacó al desierto?); sólo morirán los que han pecado.  Esto es lo que quedó escrito para enseñanza nuestra, inspirado por Dios en orden a nuestra salvación. ¿Cuáles son las imágenes que hoy nos hacemos, dándoles categoría de Dios? Posiblemente, cada uno tengamos las nuestras. El caso es descubrirlas para no repetir el pecado de Israel.

Moisés, si se me permite la expresión, le echa un órdago a Dios y le dice en Éxodo 32, 31: "Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o perdonas su pecado o bórrame del libro que tú has escrito". El Señor, por cara de Moisés, cede y no extermina a todo el pueblo, sino sólo a quienes habían pecado.

Ese cierto distanciamiento de Dios está representado en "la tienda del encuentro", que sale en Éxodo 33, 7-11. Es una especie de templo peregrino que está colocado fuera del campamento y al que tenían que ir, si querían encontrarse con Dios. La figura de Moisés, el amigo de Dios, se agiganta en estos versículos.

5. - El resto del libro del Éxodo. Me refiero a los trece capítulos que están comprendidos en dos bloques que no hemos comentado: Éxodo 25-31 y 35-40. El primer bloque da instrucciones y el segundo explica la ejecución de esas instrucciones. Prácticamente el segundo (35-40) es una repetición del primero (25- 31). Todo minuciosamente descrito. La redacción Sacerdotal del texto habría que situarla a la vuelta del exilio de Babilonia, cuando la comunidad judía, sin monarquía ni autonomía política, centra su vida en el templo de Jerusalén y su reconstrucción.

6º. - Conclusión: el sentido de la Alianza. El tema de la alianza, como el de la tierra, es clave en toda la Biblia. Por esto, voy a insistir un poco más en él, a modo de conclusión. La alianza es una nueva creación en la que Dios toma, una vez más, la iniciativa. En el esquema de la alianza podemos ver tres momentos. Primer momento: se establece una relación mutua Dios-pueblo y pueblo-Dios. Dios tiene entrañas compasivas y misericordiosas y ama a su pueblo, estableciendo con él un pacto: "Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo". El pueblo tiene que corresponder a esa actitud de Dios con su fidelidad. Segundo momento: El pueblo no es fiel y se aparta de Dios. Los profetas entran en la escena de la alianza para recriminar al pueblo su obstinación e intentar hacerlos volver a Dios. Llamados por Dios están siempre situados entre Dios, a cuya llamada han respondido, y el pueblo del que han sido sacados. Tercer momento: Israel se sale de la alianza. Y es en Jesucristo en quien se sella la nueva alianza.  la nueva alianza. Jesús, Dios, se identifica con el pueblo pecador y es en su sangre derramada en la cruz, donde se sella la nueva alianza para el perdón de los pecados. Él cumple con Dios lo que el hombre no cumplió

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